Por: Maria Emilia Hassan
Hace 35 años Israel invadió Líbano con el objetivo de eliminar los miembros de la OLP en ese país.
Hace 35 años Israel invadió Líbano con el objetivo de eliminar los miembros de la OLP en ese país.
En
junio de 1982, el embajador de Israel en Gran Bretaña, Shlomo Agrov, sufrió un
intento de asesinato ejecutado por hombres partidarios de Abu Nidal, terrorista
palestino escindido de la Organización para la Liberación de Palestina.
Días
después del atentado, el 6 de junio de 1982, tropas israelíes penetraron en
suelo libanés. A pesar de que el servicio de inteligencia israelí había advertido
que los responsables del atentado en Londres no fue perpetrado por los miembros
de la OLP, sino por hombres leales a Abu Nidal, el gobierno israelí, bajo la
dirección de Menahem Begin, actuó con la intención de sofocar los ánimos de
lucha de la organización creada por Yasser Arafat.
La
idea era desplazar unos 40 kilómetros aproximadamente hacia el norte del límite libanes- israelí –
hasta las ciudades de Tiro y Sidón- a las milicias de la OLP, que desde hacía
años hacían llover cohetes katiusha sobre las poblaciones israelíes.
La
guerra árabe-israelí de la década de los 40, provoco desplazamientos masivos de
refugiados palestinos. Para el año 1975, había alrededor de 300.000 palestinos,
entre ellos, se encontraban los integrantes de la OLP que articuló en sur
Libanés su propia base con 15.000 hombres, tanques, cañones y artillería.
La
permanencia sionista en el Líbano provoco la gestación de grupos como el
Hezbollah, con un mensaje inalterable hasta el día de hoy “combatir a Israel”.
La
masacre en Sabra y Shatila en Beirut fue el legado de la invasión.
Posteriormente, se estableció un alto al fuego impulsado por fuerzas
multinacionales, con la participación de Estados Unidos, para supervisar la
retirada de la OLP del Líbano.
Sin
embargo, el ministro de defensa, Ariel Sharon, denunciaba la presencia de
centenares de milicianos de la OLP, encubiertos en los enclaves palestinos de
Sabra y Shatila.
Las
fuerzas israelíes no entraron a esos campos para terminar con el supuesto
remanente de guerrilleros, pero permanecieron
inmóviles frente a los ataques
desplegados por los falangistas cristianos viejos rivales de los palestinos.
La
invasión de 1982 culmino diez años más tarde, cuando el ejército israelí se
retiró completamente. Mientras permanezca esa voluntad de guerrear en los
corazones de los hombres, como diría
Hobbes en el Leviatán, no será posible lograr la paz.
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