Hace
10 años, y con el apoyo de 112 países miembros de Naciones Unidas, Kosovo, una
provincia de la conocida República de Serbia, declaró unilateralmente su
independencia, el 17 de febrero de 2008.
Esta
declaración fue fuente de muchos malestares y polémicas a nivel internacional
ya que, si bien fue apoyada por países como E.E.U.U., Serbia, Rusia, China,
España y distintos países de América Latina, Asia y África no la aceptaban. De
hecho, para Serbia se trató de una maniobra para quitarle territorio y
población y de ese modo, debilitarla sustancialmente.
Esta
separación se produjo porque, dentro del territorio kosovar, se había instalado
una importante población albanesa que no aceptaba el régimen serbio. Después de
unos años de debates y confrontaciones, surgieron grupos guerrilleros (autodenominados
separatistas) que se enfrentaron con las fuerzas de seguridad serbias y
yugoslavas. Paulatinamente, la violencia fue deteriorando la situación, lo que
impulsó a otros actores a intervenir en la región.
En
1999, Serbia fue bombardeada por las fuerzas de la OTAN, las cuales castigaron duramente a su capital, Belgrado.
Entre ese año y 2008, se celebraron distintas negociaciones que no dieron
resultados. Finalmente, el Parlamento de Kosovo, en sesión especial, tomó la
decisión de declarar su independencia.
En
la actualidad, este Estado no cuenta con un reconocimiento absoluto
internacional. Sin embargo, es considerado el séptimo país que surge del
desmembramiento de la antigua Yugoslavia. En este momento, Kosovo se encuentra sumida
en problemas de corrupción y tiene una serie de conflictos limítrofes que no
han podido ser solucionados.
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