miércoles, 4 de abril de 2018

A 50 años. 4 de abril de 1968. Asesinato de Martin Luther King

Por Lic. María Laura Brito



Martin Luther King, ícono de la lucha contra el racismo y la segregación de la población afroamericana, fue asesinado el 4 de abril de 1968, a la edad de 39 años. Hasta la actualidad, las circunstancias de su muerte generan dudas.    
El reverendo baptista fue reconocido como líder del movimiento para los derechos civiles en Estados Unidos a mediados de la década del 50. Su trayectoria como referente de la población “negra” se inició con la campaña de boicot al sistema de transporte en la ciudad de Montgomery, Alabama, desatada luego de que Rosa Parks, una costurera de 42 años, se opusiera a respetar la política de segregación que obligaba a las personas negras a sentarse atrás de los autobuses y ceder sus asientos a los blancos.
Para aquel entonces, King se unió al movimiento, pregonando la lucha a través de la no violencia y organizando protestas pacíficas en distintos puntos del país, incluyendo la marcha a Washington en 1963, donde pronunció su famoso discurso “Yo tengo un sueño”.
Rápidamente, Luther King se convirtió en un personaje de alta influencia política y logró reunirse con el presidente John Fitzgerald Kennedy y el vicepresidente Johnson, en la Casa Blanca. Tras el asesinato de Kennedy, Lyndon Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles, poniendo fin de manera legal a la segregación racial. King asistió a esta ceremonia y un año después, se modificó el sistema electoral a fin de garantizar el derecho de voto de los afro-estadounidenses.
Su campaña trascendió fronteras y, en 1964, recibió el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose, a sus 35 años, en la persona más joven que recibió ese galardón. Años más tarde, se convertiría en una de las caras visibles del movimiento en contra de la guerra de Vietnam.
A pesar de repetidas amenazas e intentos de asesinato, el miércoles 3 de abril de 1968, King llegó a Memphis (Tennessee) para apoyar una huelga de basureros afro-americanos. Al día siguiente, estando en el balcón de su cuarto en el motel Lorraine, James Earl Ray, un hombre blanco que había escapado de prisión, lo asesinó de un disparo en la garganta.
Inmediatamente, su muerte desató una oleada de disturbios, incendios y saqueos en más de cien ciudades, provocando 46 víctimas fatales. A los funerales asistieron 300 000 personas y la ciudad de Memphis negoció el fin de la huelga de una manera favorable para los basureros.
Dos meses después, James Earl Ray fue capturado en el aeropuerto Heathrow de Londres, cuando intentaba salir del Reino Unido con un falso pasaporte. Ray fue extraditado rápidamente a Tennessee y acusado de la muerte de Martin Luther King. Reconoció el asesinato el 10 de marzo de 1969 y se retractó tres días después, pero ya había sido condenado a 99 años de prisión.
En 1999, un año después de la muerte de Ray, Coretta Scott King, viuda de Martin Luther y también dirigente de los derechos civiles, y el resto de la familia King, ganaron un proceso civil contra Loyd Jowers (propietario de un restaurante no lejos del Motel) y «otros conspiradores». En diciembre de 1993, Jowers había aparecido en Prime Time Live de ABC News y había revelado detalles de una conspiración que supuestamente implicaría a la mafia y al gobierno para asesinar a Martin Luther. Jowers relató durante el juicio que había recibido 100 000 dólares para organizar el asesinato de Martin Luther King. El jurado de seis afroamericanos y seis blancos declaró a Jowers culpable. William F. Pepper, antiguo abogado de Ray, representó a la familia de King durante el proceso y presentó 70 testigos. Al finalizar el proceso, la familia King había llegado a la conclusión de que Ray no había tenido nada que ver con el asesinato.
Sin embargo, en 2000, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos terminó una investigación sobre las revelaciones de Jowers; no encontró ninguna prueba que pudiese demostrar una conspiración. El informe del Departamento sostuvo que el tribunal dio credibilidad a pruebas indirectas y testimonios de segunda mano y recomendó que no hubiese ninguna nueva investigación en tanto que no se presentasen nuevas pruebas fiables.

lunes, 2 de abril de 2018

A 70 años. 2 de abril de 1948. Entrada en vigor del Plan Marshall

Por Augusto Gabriel Arnone



Para analizar este tema, que marcó un punto de inflexión en las relaciones Occidente-Oriente, es necesario explicar primero, cuáles eran las condiciones del mundo cuando finalizó la segunda gran contienda mundial.
Recordemos que había sido Europa, y no los Estados Unidos, la que tuvo que soportar en su territorio el peso de la guerra. Cuando ésta finalizó, la devastación era casi absoluta y sus problemas económicos, políticos y sociales, le  impedían recuperar su ritmo de crecimiento. En estas condiciones, el continente necesitaba, imperiosamente, una importante ayuda para recuperarse.
Fue el presidente de los EEUU, Harry Truman, quien tomó la iniciativa de buscar una solución a este problema. Sobre todo porque también existía el temor a la expansión comunista que ya se había consolidado en la Europa del Este. Así, el Plan Marshall nació como una herramienta político-económica, que se articulaba perfectamente con la denominada Estrategia de la Contención. De hecho, este plan fue anunciado por el secretario de Estado norteamericano, George Marshall, tres meses después de que el presidente Harry Truman presentara su política de la contención.
El Plan Marshall – oficialmente European Recovery Program - no fue el primer sistema de crédito otorgado por los EEUU a países europeos. En 1941, la Ley de Préstamo y Arriendo, constituyó una importantísima contribución económica que Washington otorgó a los países Aliados para asegurar el triunfo contra la Alemania nazi. La Administración de las Naciones Unidas para el Auxilio y la Rehabilitación, fue otro programa destinado a coordinar la distribución de ayuda, sobre todo de alimentos y suministros médicos, en los países liberados después de la contienda. Sin embargo, el Marshall fue el más importante de todos.
Sus objetivos fundamentales apuntaban a consolidar la racionalización económica de Europa; concretamente, se trataba de obligar a los europeos a armonizar sus esfuerzos para conseguir el restablecimiento de la economía del continente, y al unirlos, crear un mercado amplio que evitara o dificultara el avance del comunismo. Cabe destacar que, desde la perspectiva norteamericana, la pobreza y el subdesarrollo constituían el caldo de cultivo ideal para el enraizamiento del socialismo. Al mismo tiempo, el plan contribuiría de manera directa a impedir una recesión de la economía norteamericana,
Su implementación significó una inyección de 13.000 millones de dólares en las economías europeas que se canalizaron a través de tratados bilaterales con los distintos países. La ayuda llegaba mediante la entrega gratuita de materias primas, alimentos o bienes industriales, según la necesidad. El plan fue ejecutado por un organismo especialmente creado para tal fin: la Administración para la Cooperación Económica (ACE). Dicho organismo destacó a un representante en cada una de las capitales de los países europeos, para asesorar y controlar las inversiones. Como se sabe, el Reino Unido fue el más beneficiado con un 24% del total de los recursos. El 70% de los fondos fue aportado por los EE.UU. y el 11% por Canadá.
En cuanto a sus efectos, es importante destacar que, para EE.UU, los réditos fueron muy significativos pues, además de los beneficios económicos, Washington obtuvo amplias facultades de intervención en la economía europea. De hecho, las autoridades del Marshall no sólo podían controlar las operaciones de compra de bienes o de materias primas en el mercado norteamericano, sino también las inversiones hechas por los gobiernos nacionales europeos en sus propios países. Desde el punto de vista económico, la intervención fue decisiva para que la economía europea se recuperara en tiempo récord. De hecho, mientras que, tras la IGM, Europa tardó 8 años en recuperar los niveles de 1913; tras la IIGM, y gracias al Plan Marshall, los índices  se recuperaron en  menos de 4 años.
Sin embargo, también hay que mencionar que el Plan provocó algunos problemas. Concretamente, implicó la reducción de los gastos en servicios sociales; la disminución de las rentas y de los niveles de consumo para las clases trabajadoras; el aumento de los despidos y, por consiguiente, del desempleo durante el periodo que demandó el saneamiento de las empresas.