miércoles, 29 de noviembre de 2017

A 70 años. 29 de noviembre de 1947. Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina


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Por Maria Emilia Hassan



Luego de la desintegración del Imperio Otomano durante Primera Guerra Mundial, el Reino Unido recibió el Mandato de la liga de Naciones Unidas para administrar territorio palestino.
La región de Palestina, que se extiende desde el Rio Jordán hasta el Mar Mediterráneo, estaba ocupada en su mayoría por comunidades árabes y musulmanas. Sin embargo, en 1917 por medio de la Declaración Balfour, el mandato británico favoreció la inmigración judía a esa región. A fines del siglo XIX, residían allí 25.000 habitantes y para 1939, la población judía ascendía a 450.000 personas.
Otra cuestión a tener en cuenta en este tema es que, durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña había prometido a los árabes concederle su independencia, a cambio de que estos mitigaran las fuerzas del imperio otomano.
Tras el holocausto nazi contra millones de judíos en Europa antes y durante de la Segunda Guerra Mundial, creció la presión internacional para el reconocimiento de un Estado Judío. Esta demanda se veía reforzada por la necesidad de acoger a miles de judíos que habían perdido sus viviendas y posesiones durante el conflicto.
En 1945, distintos movimientos sionistas, le solicitaron a Gran Bretaña que hablara en defensa de sus necesidades ante la Asamblea General de la ONU. Ante la demora y la actitud dubitativa por parte de Reino Unido, algunos sectores judíos se radicalizaron, creando dos grupos terroristas: el Irgun y la Banda de Stern. Estos grupos desplegaron una serie de atentados contra Gran Bretaña, provocando la muerte del representante británico del mandato de Palestina.
Al no poder resolver los antagonismos que se desarrollaban entre el nacionalismo Árabe y el Sionismo, el Reino Unido abandonó la región y sometió la cuestión de Palestina a la naciente Organización de Naciones Unidas. De esta manera, a través de Asamblea General, se creó una comisión especial para Palestina (UNSCOP), compuesta por 11 miembros. Para garantizar la neutralidad de este comité se decidió que ninguna de las grandes potencias estuviera representada. Como resultado, el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General aprobó la resolución 181, conocida como el plan de partición de Palestina. En ella se recomendaba, la creación de dos Estados, uno arabe y otro judío, con Jerusalén bajo administración internacional.
El plan fue aceptado por los israelíes pero no por los palestinos ni por los Estados árabes vecinos, quienes alegaban que contravenía la disposición de la carta de las Naciones unidas, en la cual se reconocía el derecho de los pueblos a decidir sobre su propio destino.

Finalmente, el 14 de mayo de 1948, el Reino Unido renunció a su mandato sobre Palestina y retiró sus fuerzas. Ese mismo día, el líder del movimiento judío, David Ben Gurión, declaró la creación del Estado de Israel en conformidad con las fronteras marcadas por el Plan de Partición.

domingo, 12 de noviembre de 2017

A 35 años. 12 de noviembre de 1982. Elección de Yuri Andropov como Secretario General del PCUS


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Por Jessica E. Petrino



El 12 de noviembre de 1982, dos días después de la muerte de su predecesor, Leónidas Brezhnev, Yuri Andropov fue nombrado Jefe Supremo del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Con 68 años de edad, Andropov asumió el liderazgo del bloque soviético tras 18 años del gobierno de Brezhnev, que marcó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por la invasión a Afganistán y el choque político-ideológico con Estados Unidos.
Antes de su llegada a la máxima magistratura de su país, Andoprov fue embajador de Hungría en 1957 durante la ocupación soviética; más adelante, formó parte de la Secretaría del Comité Central entre 1962 y 1967. Posteriormente, se mantuvo al frente de la presidencia de la KGB por más de 15 años. En 1973, accedió con plenos derechos al Politburó, la máxima instancia de poder en la URSS. En mayo de 1982, comenzó a desempeñar tareas dentro del PCUS, que lo ayudaron a posicionarse como sucesor del liderazgo soviético.
En su discurso de asunción, Andropov se mantuvo dentro de la línea de pensamiento de su antecesor y lanzó una crítica abierta hacia la política de Ronald Reagan, que había atacado frontalmente al Kremlin. “Sabemos bien que es inútil implorar la paz a los imperialistas. La paz sólo puede ser salvaguardada apoyándose sobre la potencia indestructible de las Fuerzas Armadas soviéticas”, afirmó históricamente en su discurso de asunción.
Su breve gobierno dio continuidad a las políticas de su predecesor, específicamente en la política exterior y en su relación con Estados Unidos. Sin embargo, debido a una enfermedad renal que lo aquejaba desde años atrás, se alejó del gobierno unos meses antes de morir el 9 de febrero de 1984.
Tras quince meses como Secretario General, Andropov falleció sin alcanzar un sello propio en la gestión de la Unión Soviética. Fue sucedido por Konstantin Chernenko. Sin embargo, en 2015, Mijaíl Gorbachov confesó: “Antes de morir, Andrópov dejó un informe escrito en el que me proponía a mí para encabezar el Politburó. Pero Chernenko y sus colaboradores se escandalizaron y cortaron esa parte con una tijera”.

¿Cuál habría sido el destino de la URSS si la Perestroika hubiera existido unos años antes? “Tendríamos otro país”, sentenció Gorbachov con vehemencia. El mundo de la Guerra Fría, y el futuro de muchas generaciones, no habría sido el mismo.

viernes, 27 de octubre de 2017

A 95 años. 27-29 de octubre de 1922. La marcha de Benito Mussolini sobre Roma marca el comienzo de la Italia fascista.

Por Juan Martin de Chazal




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La entrada en Roma de 40.000 miembros de las unidades fascistas a fines de octubre de 1922, marcó el comienzo de 23 años de gobierno fascista en Italia.  El mismo serviría de inspiración para posteriores regímenes autoritarios, como el de Franco en España y el de Hitler en Alemania.
En Milán, Benito Mussolini creó oficialmente el movimiento fascista como una fuerza nacionalista y anti socialista en marzo de 1919. Haciendo alusión a las insignias de los magistrados romanos de la Antigüedad, llamó fascios di combattimento a sus seguidores, simbolizando así el deseo de un orden político estricto. Mediante sus discursos, el líder expresaba su rechazo y resentimiento por los términos de los Tratados de Paz que pusieron fin a la Gran Guerra y en los que no se había concedido a Italia todo lo prometido previamente por los Aliados. Haciendo referencia a una “victoria mutilada”, las tensiones sociales crecieron en todo el país y el mensaje de protesta fascista fue ganando cada vez más adeptos, sobre todo entre las clases medias y altas. Pese a no haber ganado ninguna banca en las elecciones legislativas de 1919, en 1921, fue creado el Partido Nacional Fascista y ese mismo año obtuvo 35 escaños.
En un contexto de debilitamiento de la democracia parlamentaria italiana, los próximos años estuvieron marcados políticamente por las luchas obreras y las revueltas campesinas. Fue así que los sucesivos gobiernos liberales y conservadores se mostraron impotentes ante la conflictividad generalizada. Asimismo, la violencia fascista ejercida por medio de los grupos de choque - los Camisas Negras -  fue en aumento. Ganando cada vez más apoyos, Mussolini se consideraba redentor de la burguesía y ofrecía soluciones para remediar la pobreza y el desorden social. Cuando el Partido propuso su candidatura como Jefe de Gobierno, la reacción de los sectores socialistas y obreros no se hizo esperar y convocaron a huelgas que fracasaron debido a la agresiva respuesta de los fascistas.
Fortalecido, el 24 de octubre de 1922, Mussolini amenazó con marchar sobre Roma si el gobierno no le era entregado inmediatamente. Cuatro días después, alrededor de 40.000 fascistas salieron de diferentes partes de Italia hacia la Capital con el objetivo de exigir el poder. Por orden de su líder y futuro “Duce”, se debía recurrir a la violencia si era necesario. Ante esta situación, el Primer Ministro, Luigi Facta pidió al Rey Víctor Manuel III que decretara el estado de sitio en la ciudad. El rey hizo caso omiso de esta petición y, para evitar un conflicto con las tropas gubernamentales, optó por otorgarle el gobierno a Mussolini. Al día siguiente, miles de Camisas Negras realizaron un triunfante desfile por las calles de Roma: los fascistas habían llegado finalmente al poder. Esta marcha marcó el fin del sistema parlamentario y el principio del régimen fascista. Empero, el modo por el cual Mussolini accedió al poder, paradójicamente no contrariaba la entonces constitución italiana, el Statuto Albertino.

La dictadura no comenzó formalmente de manera inmediata, pero sus bases quedaron establecidas. Los fascistas fueron tomando progresivamente todos los mecanismos del poder hasta que, en 1925, Mussolini obtuvo un poder casi ilimitado. Se creó una policía secreta y se prohibieron los partidos opositores y se suspendieron las libertades individuales. De este modo, se abrió el camino para la instalación de los totalitarismos europeos de la primera mitad del siglo XX; una oscura etapa en la historia del continente. 

sábado, 14 de octubre de 2017

A 55 años. 14 de octubre de 1962. La crisis de los misiles.

Por Maria Sol Aldonate



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            Guerra Fría. Crisis cubanas. Crisis de los misiles. Estos son los marcos en los cuales se encuadra el acontecimiento que analizaremos a continuación.
            La crisis de los misiles de Cuba, se recuerda como el punto de inflexión que puso a la humanidad y, más concretamente, a las superpotencias con sus respectivos bloques, al borde de la guerra nuclear y de un conflicto total como nunca antes se había visto; un conflicto cuyas consecuencias resultaban imposibles de imaginar por sus efectos catastróficos para el planeta entero. Este acontecimiento, también es entendido por los especialistas como el cierre de la primera etapa de la Guerra Fría y el inicio de la distensión y la coexistencia pacífica entre los Estados que “en instancia de imperios” estaban enfrentados desde 1947.
            El descubrimiento de la construcción de rampas de lanzamiento de misiles en el lado oeste de Cuba, cerca de la localidad de San Cristóbal, fue detectado por un avión espía U2 de la CIA que sobrevolaba la isla. Se trataba de una obra de gran magnitud e importancia: una instalación con una veintena de rampas para misiles de medio alcance (IRBM y MRBM) que estarían operativos en quince días. Esta situación ya había sido advertida en algunos círculos de Washington. De hecho, el director general de la CIA, John McCone, se había mostrado preocupado en agosto de ese año, tras el flujo desacostumbrado de navíos soviéticos a Cuba durante el verano y, por tanto, alertó sobre la posible provisión de armas nucleares por parte de la URRS a la isla; sin embargo, sus temores no fueron tomados en serio. Por su parte, el senador de Nueva York, Kenneth Keating, también tenía una información similar, suministrada por inmigrantes cubanos. 
            La crisis se prolongó durante dos semanas: una primera “semana de reflexión” y otra “semana de acción”. La primera se inició el 16 de Octubre, cuando el presidente John Kennedy fue informado de esta situación. A continuación, el gobierno norteamericano declaró que no toleraría la implantación de misiles soviéticos en Cuba, ya que esto implicaba una amenaza para todo el continente. Poco después, se inició el proceso de toma de decisiones para evaluar cuáles serían las respuestas más adecuadas. La vía diplomática fue rápidamente descartada; un ataque aéreo inmediato bajo la forma de una “operación quirúrgica”, tampoco parecía recomendable, por lo cual se optó por establecer un bloqueo naval de las costas y los fuertes cubanos: la cuarentena, un término sanitario que ya había empleado Franklin Roosevelt en un discurso en 1937.
            Tras consultar con sus pares alemán, francés y británico (canciller Adenauer, general De Gaulle y el primer ministro Harold MacMillan, respectivamente), el presidente Kennedy emitió un comunicado oficial frente a los medios de comunicación: la mentira y la instalación - desde hacía tres meses – de armamento nuclear soviético en suelo cubano, constituía una provocación inaceptable. Como respuesta, los Estados Unidos impondrían un embargo a Cuba. Éste inició el 24 de octubre, dando comienzo a la “semana de acción”. Dieciséis destructores, tres cruceros, un portaaviones y ciento cuarenta navíos de apoyo, cerraron el acceso a Cuba; simultáneamente, veinticinco navíos soviéticos, escoltados por submarinos, avanzaban hacia la isla.
Cuando estaban arribando, los barcos soviéticos se detuvieron, a excepción del buque Bucharest. El presidente Kennedy tenía en sus manos la decisión y finalmente, le permitió el paso. La humanidad recuperó el aliento.
Mientras esto sucedía, se dio un intercambio epistolar entre el presidente norteamericano y el premier soviético; una vía poco convencional que, sin embargo, dio resultado. El acuerdo final consistió en lo siguiente: Nikita Kruschev se comprometió a retirar los misiles de Cuba y Kennedy a no intentar nunca más invadir la isla; además, debía retirar los misiles Júpiter que EEUU tenía desplegados en Turquía. Una vez finalizada la crisis, se instaló el teléfono rojo; una línea de comunicación directa entre la Casa Blanca y el Kremlin.


            ¿Cuáles fueron los objetivos de la Unión Soviética? Sin duda, realizar una prueba de fuerza; una demostración de la cercanía que existía entre los gobiernos de Moscú y la Habana y una prueba de las capacidades de la URSS para amenazar a los EEUU. Algunos especialistas aseguran también que esta decisión soviética fue, en realidad, una reacción ante la sospecha de que los EEUU intentaría llevar a cabo una segunda invasión a la isla. Asimismo, le permitiría negociar la eliminación de los misiles Júpiter que, desde Turquía, podían fácilmente destruir Jarkov, Kiev y Odessa, e incluso, llegar a Moscú. “¿Cómo es posible que los americanos tengan derecho a poseer una base en nuestras narices?, preguntó Kruschev al mariscal Malinowski, ¿por qué no podemos nosotros establecer una en Cuba, en las narices de América?”. 

miércoles, 11 de octubre de 2017

A 55 años del Concilio Ecuménico Vaticano II

Por: Augusto Gabriel Arnone
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Este 11 de octubre se conmemora la apertura del XXI congreso ecuménico de la Iglesia Católica Apostólica Romana; un hecho histórico y significativo no solo para sus creyentes, sino también para el mundo entero. De hecho, este Concilio produjo una transformación de las relaciones internacionales a nivel global durante el siglo XX.
Este Concilio tuvo lugar en la Ciudad del Vaticano, y fue inaugurado por el Papa Juan XXIII. Constó de 4 sesiones coordinadas por comisiones asesoras, integradas por obispos y teólogos, quienes elaboraron los documentos de trabajo que serían sometidos posteriormente a votación.
El concilio fue convocado con la intención de responder a una serie de necesidades concretas de la Iglesia. Fue el vigésimo primer concilio católico y uno de los encuentros universales (ecuménicos) más grandes de toda su historia. En efecto, más de 2450 obispos de todos los continentes, se reunieron con representantes de otras religiones que participaron de este evento, constituyendo así un hito de diálogo y de reflexión, prácticamente inédito.
El Concilio Vaticano I, desarrollado casi un siglo antes, no había podido concluir sus tareas debido a que el ejército italiano entró en Roma cuando se sellaba el proceso de la unificación italiana. Esta situación impidió que se trataran distintos aspectos pastorales y dogmáticos que fueron retomados por este segundo Concilio.
El objetivo principal del Vaticano II, fue el aggionarmiento (actualización) del credo católico y el acercamiento de la Iglesia a todos sus fieles. Era indispensable establecer un diálogo con el mundo moderno y la sociedad del siglo XX; un diálogo en el que, sin abandonar sus principios y sus puntos de vista, la Iglesia ofreciera respuestas a nuevos problemas y desafíos, tanto del presente como del futuro. De hecho, los obispos de todo el mundo venían confrontando grandes cuestionamientos asociados al cambio político, social, económico y tecnológico. Algunos de ellos, creían que era necesario que la Iglesia encontrara nuevas formas para relacionarse con el mundo y reemplazara ciertas concepciones, normas, costumbres, prácticas y ritos que llevaban cuatro siglos en vigor y que – si bien eran considerados prácticamente inmutables – debían ser profundamente transformadas para dar paso a una nueva mentalidad.
Su documento más importante fue la Constitución Dogmática Lumen Gentium (LG), en el cual la Iglesia se identificaba como un “sacramento o señal de la íntima unión del género humano con Dios” y con (LG, n. 1). Entre los puntos más importantes de este documento, podemos citar los siguientes:
a)      Reafirmó la jerarquía eclesiástica tal como la instituyó Jesucristo; confirmó la infalibilidad del Papa en cuestiones dogmáticas y definió al sacerdocio como la mediación entre Cristo y los hombres a través de la administración de los sacramentos, en especial la confesión y la Eucaristía. En cuanto a esto, se estableció la idea del sacerdocio ministerial (Presbyterorum Ordinis (PO), cuya tarea más importante era el cuidado de los pobres.
b)      Señaló que: “el derecho de la Iglesia a predicar con libertad la fe, a enseñar su doctrina social (...) e incluso a pronunciar el juicio moral, aun en problemas políticos, si así lo exigen los derechos fundamentales de las personas o la salvación de las almas” (GS, n. 76).
Proclamó a la Iglesia protectora de los “derechos del hombre” (GS, n. 41), y para enfatizarlo, promulgó un decreto sobre el derecho de los hombres a la libertad religiosa y de conciencia (Dignitatis Humanae).

Esta apertura al mundo de parte de la Iglesia, era, según el Concilio, la mejor forma de ver y de conocer lo bueno de cada cultura y ayudaba a que todos los hombres y todas las mujeres - como Hijos de Dios - fuesen portadores de paz, de diálogo, de gozo, de amor y de libertad.

domingo, 8 de octubre de 2017

A 50 años de la muerte de Ernesto “Che” Guevara

Por Rocio Cortés

“Usted viene a matarme. ¡Póngase sereno, y apunte bien! Usted va a matar a un hombre”. Ernesto Che Guevara le habló así al atribulado suboficial Mario Terán Salazar en la calurosa tarde de La Higuera, en el sudoeste boliviano, apenas un minuto antes de que el militar cumpliera la orden que había recibido de su comandante bajo supervisión de la CIA estadounidense y lo ejecutara a sangre fría con dos descargas de fusil que enviaron al guerrillero argentino-cubano a la muerte, pero también a la Historia.
Aquel 9 de octubre de 1967 Guevara había pasado una muy mala noche, alojado en una sala de la humilde escuela donde iba a ser asesinado, herido en una pierna el día anterior, cuando intentaba escapar de la cacería a la que fue sometido en plena selva boliviana. No sólo aquella noche había sido mala: en los últimos meses el comandante y sus 15 hombres y una mujer -Tamara Bunke- habían pasado hambre y sed con 40 grados de calor sobre sus espaldas encorvadas y débiles, cubiertas por andrajos que alguna vez habían sido uniformes guerrilleros.
En esas condiciones fue atrapado en la zona de la Quebrada del Churo y llevado a la escuela de La Higuera junto con dos de sus compañeros de armas: el sindicalista minero boliviano Simeón Cuba, alias Willy, y el dirigente comunista peruano Juan Pablo Chang.
El sargento Terán fue el elegido para cumplir la ejecución “con disparos por debajo del cuello para que parecieran heridas en combate”, según la brutal admisión de Félix Ismael Rodríguez, el agente de la CIA y reconocido anticastrista que supervisó la persecución del grupo rebelde y constató la muerte del guerrillero. En su testimonio para la revista Paris el sargento declaró:
“Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ese fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: ‘Usted ha venido a matarme’. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder”. Entonces me preguntó: ‘¿Qué han dicho los otros?’. Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: ‘¡Eran unos valientes!’. Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. ‘¡Póngase sereno -me dijo- y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!’. Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto”

El trofeo de guerra corporizado en los restos de ese hombre que había bebido su propio orín para sobrevivir en la profundidad de la selva boliviana fue amarrado a un helicóptero y trasladado a Vallegrande, donde fue exhibido al mundo. Treinta años después, sus restos enterrados secretamente serán encontrados  en fosa común el 6 de julio de 1997. El cadáver, de acuerdo con el informe del equipo forense, carecía de manos, registraba un alto contenido de formaldehido y llevaba ropa y elementos compatibles con los que se supone que tenía al momento de ser enterrado. El 12 de julio, será repatriado a Cuba para ser recibido por una multitud y sepultado en Santa Clara, en el Memorial de Ernesto Guevara donde actualmente descansan sus restos. 

viernes, 29 de septiembre de 2017

A 85 años de la batalla de Boquerón, inicio de la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia.


Por: Jessica Petrino



El Chaco Boreal es una zona limitada al sur y al oeste por el río Pilcomayo, al este por el río Paraguay y al noroeste se extiende hasta el río Parapeté en Bolivia. 
Debido a la carencia de materiales preciosos, al menos a primera vista, los colonizadores españoles no limitaron con precisión la zona durante el mandato colonial. Esta situación, acarreó numerosos problemas a los países recién independizados a comienzos del siglo XIX. Durante esta época, Argentina desempeñó un papel fundamental en la resolución de los litigios entre Paraguay y Bolivia; países que decidieron negociar el establecimiento de fronteras claras una vez entrado el siglo XX. Sin embargo, el descubrimiento de energéticos tales como petróleo y gas en la zona promovió el interés de ambos países por controlarla.
Las primeras confrontaciones comenzaron en 1928, con los esfuerzos militares - tanto de Paraguay como de Bolivia - por atacar y tomar los fortines del bando contrario. En un intento por conciliar la situación, Estados Unidos, a través de la acción diplomática, convocó a las partes a la Conferencia de Arbitraje y Conciliación de los Estados Americanos (conocida como “Comisión de los Neutrales”). A pesar de los esfuerzos, las negociaciones no tuvieron mayor éxito y sólo lograron detener brevemente las ambiciones territoriales de ambos países.
En 9 de septiembre de 1932, el ejército boliviano asaltó el fuerte paraguayo de Boquerón, dando lugar a una violencia cada vez más sistemática. La batalla por el control de la plaza duró hasta el 29 de septiembre de ese mismo año, marcando el punto de partida de una guerra que se extendería tres años más. Ese mismo año, el canciller argentino Carlos Saavedra Lamas promovió la creación del grupo ABCP (Argentina, Brasil, Chile y Perú) para acercar a las partes. Desde Buenos Aires, el interés de la Cancillería consistió en sacar provecho político del conflicto y alejar las intenciones estadounidenses por panamericarizar la solución.
A pesar de los esfuerzos tanto del grupo ABCP, de la Comisión de los Neutrales y de la propia Sociedad de las Naciones, las hostilidades no cesaron, aún cuando desde 1934, la guerra se había empantanado sin que Bolivia o Paraguay estuvieran dispuestos a ceder. Fue recién en 1935 cuando un grupo mediador compuesto por representantes de Argentina, Chile, Brasil, Perú, Estados Unidos y Uruguay logró el cese al fuego, en junio de ese año. Al mes siguiente, en el marco de Conferencia de Paz de Buenos Aires, Paraguay y Bolivia negociaron la solución al diferendo territorial.
Finalmente, el fallo que estableció los límites entre ambos países fue acatado por las partes y plasmado en el Tratado de Paz, Amistad y Límites de 1938.



sábado, 23 de septiembre de 2017

A 70 años. El sufragio universal en 1947: una conquista de las mujeres

Por Paula Maria Espinosa




En 1912 se sancionaba la Ley Sáenz Peña, la cual promulgaba el sufragio secreto, obligatorio y universal. Pero los únicos que participaban legalmente eran los hombres, excluyéndose a las mujeres. De esta manera, el concepto de universalidad no se aplicaba.

El 23 de septiembre de 1947, con la promulgación del sufragio femenino, las mujeres argentinas conquistaban uno de los más grandes derechos. Argentina era el segundo país en otorgar el sufragio femenino en América Latina, siendo Uruguay el pionero. La obtención del derecho al sufragio se obtuvo por una larga lucha de mujeres socialistas y feministas, como Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson Guiñazú de Dellepiane, Cecilia Grierson Duffy y Julieta Lanteri, quien se convirtió en la primera mujer sudamericana en emitir su voto en 1911, y en 1919 se declaraba candidata a Diputada Nacional por la Unión Feminista Nacional.
La obtención de este derecho hace que se destaque notablemente, el papel de estas mujeres. Alicia Moreau de Justo fue una figura muy importante del movimiento feminista, se recibió de médica, fundó el Centro Socialista Feminista y la Unión Gremial Femenina. Se adhirió al Partido Socialista y elaboró en 1932, un proyecto de ley para el sufragio femenino. Elvira Rawson fue feminista y la segunda mujer en recibirse de médica. Pertenecía a la Unión Cívica Radical, en 1919 fundó la Asociación Pro Derechos de la Mujer junto a Alfonsina Storni. Cecilia Grierson fue la primera mujer en obtener un título habilitante como cirujana, nunca abandonó su tarea docente. Se dedicó intensamente a luchar por la igualdad de derechos y estudió el Código Civil para otorgarles derechos a las mujeres casadas. Por ultimo Julieta Lanteri destacada figura política y feminista, fundó el Partido Feminista Nacional que bregó siempre por los derechos de mujeres y niños.
La lucha de estas mujeres no solo se remitía al reclamo del sufragio femenino, sino también a derechos laborales y el derecho al divorcio. La equiparación de derechos entre varones y mujeres resultaba urgente. La mujer argentina recién alcanzó la igualdad legal en 1926, con el Código Civil, que antes la declaraba incapaz, sintiéndose vulnerada frente al hombre. La lucha por el sufragio femenino existía a nivel mundial, siendo el primero en aplicarlo Nueva Zelanda en 1893 y el último Kuwait en el 2005.
Hacia 1947 la influencia de Eva Duarte de Perón en el Partido Laborista fue decisiva. Fundó la Secretaria Femenina del Partido. De esta manera, el 9 de septiembre de ese año se sancionó la ley 13.010, que permitía a las mujeres del territorio argentino a participar activamente de la política. Hacia 1951 se realizaron las elecciones donde el sufragio ya era universal y veinticuatro bancas de diputados fueron ocupadas por mujeres y nueve de senadoras.
La lucha por este derecho fue incansable de parte de estas mujeres que tenían una voz, un voto, una opinión; que querían expresarse y participar activamente de la democracia. A pesar de nunca haber dejado de luchar, muchas de ellas no pudieron vivir esta gran conquista, como Julieta Lanteri y Cecilia Grierson. Las consecuencias de exigir este derecho básico, significó para muchas, la cárcel, los golpes, la represión y hasta los asesinatos. Este logro fue el comienzo de una larga lucha que se extiende hasta el siglo XXI, donde todavía muchos derechos de las mujeres siguen vulnerados.

viernes, 22 de septiembre de 2017

A 70 años. Doctrina Djanov

Por Maria Sofia Zelaya        


Resultado de imagen para Doctrina Jdanov          El 12 de marzo de 1947 Harry S. Truman dio a conocer ante el congreso norteamericano la denominada “Doctrina Truman”. El contenido de dicho documento estaba basado en la idea de que el avance del sistema comunista significaba el retroceso del sistema capitalista (así lo explica la teoría de Suma Cero, el triunfo de un jugador significa la perdida para el otro) por lo que ellos debían implementar una política de “contención” al comunismo.
          En el contexto internacional se desarrollaba la guerra civil griega (1946-1949); un conflicto en el que se medían las fuerzas occidentales con las comunistas. En esa circunstancia, Londres notificó a Washington de que no podía seguir apoyando a los griegos en su lucha contra los comunistas y tampoco podía soportar la carga económica que significaba respaldar a Turquía. Esto impulsó a la Casa Blanca acontribuir con aquellos estados que decidieran luchar contra el comunismo.
          Los norteamericanos comenzaron a instalar bases militares en Grecia y Turquía y aumentaron la presencia de soldados en Latinoamérica, China, Europa Occidental y Oriente Medio. El mundo se estaba dividiendo por la “cortina de acero”.
          Toda acción requiere una reacción:
          Basada en la “Doctrina Truman”, el tercer secretario del Partido Comunista de la URSS, Andréi Djanov, promovió la “Doctrina Djanov” el 22 de septiembre de 1947. La misma fue una suerte de proclama que respondía a la clara actitud intervencionista de los Estados Unidos, país que lideraba el bloque “imperialista” y “antidemocrático”, y a otros estados para evitar el “mal comunista”. En su doctrina, Djanov también identificaba a la URSS y sus aliados de Europa oriental y central, como el bloque “antiimperialista” y “democrático” y mencionaba a los "países de la nueva democracia", a los que estados como Indonesia, Vietnam, Egipto o Siria veían con simpatía al comunismo.
          La “Doctrina Djanov” consistió en una planificación geoestratégica, en la cual proponía que los países satélites de la URSS, no aceptaran el Plan Marshall, programa de Reconstrucción Europeo anunciado por el entonces secretario de estado norteamericano George Marshall (1947).
          Este Plan, fue aceptado por dieciséis países que se reunieron en una Conferencia en París en septiembre de 1947. La Conferencia tenía un triple objetivo: impedir la insolvencia europea que hubiera tenido nefastas consecuencias para la economía norteamericana; prevenir la expansión del comunismo en Europa y crear una estructura que favoreciera la implantación y el mantenimiento de regímenes “democráticos”.
          El objetivo de la doctrina Djanov apuntaba a demostrar que la única alternativa, el único lineamiento de los países satélites de la URSS, era la implementación de un régimen “antimperialista” y “democrático” para evitar la expansión del capitalismo.

jueves, 31 de agosto de 2017

A 110 años. Formación de la Triple Entente

Por María Sol Aldonate          


Imagen relacionada          La Triple Entente fue una alianza militar establecida entre Francia, Rusia y Gran Bretaña, los cuales, influenciados por las tensiones continentales y las crisis balcánicas de fines del siglo XIX, decidieron formar esta coalición para garantizar su seguridad ante posibles agresiones de otros Estados.
Este bloque se conformó durante la Paz Armada, un período de graves tensiones que se gestó en Europa después del denominado, sistema Bismarckiano. Dicho sistema  fue el resultado de un proyecto político-diplomático del canciller alemán - Otto von Bismarck – para dominar las relaciones internacionales de su época, por medio de un complejo entramado de tratados, tanto públicos como privados, que buscaban favorecer la posición de su país en el escenario europeo y aislar a su principal adversaria, Francia. Este proyecto comenzó a tomar forma cuando, en 1882, Alemania y Austria firmaron junto con Italia, la Triple Alianza.
            Cuando Bismarck fue depuesto por el nuevo káiser, Guillermo II, Francia realizó importantes esfuerzos para salir de su aislamiento. En 1894, Rusia, ya alejada de Alemania por su conducta diplomática y por no haber logrado que Berlín concretara los préstamos que requería para su requipamiento militar, se lanzó a la búsqueda de nuevos vínculos para fortalecer su posición. Esto facilitó la concreción de un acuerdo franco-ruso, permitiéndole a París, no sólo alcanzar su primer objetivo, sino además, otorgándole el lugar que antes había ocupado Alemania. Se iniciaba así, una mundialización de las estrategias.
            Dentro de su bloque, Alemania – guiada ahora por la weltpolitik - buscaba intensamente compensar su llegada tarde al reparto colonial, y ejercía presión sobre el Imperio Otomano, potenciando las capacidades de su flota y fortaleciendo su ejército. Esta conducta estimuló al ministro francés Delcassé, a consolidar una alianza que pudiera   neutralizar a Alemania. Así nació, en 1904, la Entente Cordial franco-inglesa que, si bien fue menos formal, contribuyó notablemente a ampliar y fortalecer sus capacidades. Finalmente, en agosto de 1907, Francia alcanzó una victoria diplomática casi imposible: lograr que Rusia e Inglaterra, firmaran el tratado de la Triple Entente, mediante el cual se cerraba el círculo anti-germano.
            En 1912, Francia y Rusia ratificaron su alianza a través de un protocolo, en el que se establecía que ambas potencias apoyaban los objetivos político-estratégicos de la otra y ambas se comprometían a intervenir si alguna de ellas era atacada. Por su parte, Gran Bretaña que había entrado a la alianza con una motivación diferente (estaba preocupada por mantener su dominio de los mares y el poderío de su Imperio) consideró adecuado fortalecer su posición en el Mar del Norte frente a los avances alemanes. Asimismo, y en caso de un enfrentamiento bélico directo, Gran Bretaña se comprometía a “concertar” con el gobierno francés. En cuanto a la Entente anglo-rusa, solo se trataba de una colaboración “de facto” que los comprometía como aliados ante un ataque específico.

            Ambos bloques fueron los protagonistas de la Gran Guerra; la contienda armada más violenta y destructiva hasta ese momento histórico.

lunes, 28 de agosto de 2017

A 175 años del tratado de Nankín y fin de la Guerra del Opio. Reino Unido ocupa Hong Kong

Por Maria Laura Brito
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Al finalizar la Primera Guerra del Opio (1839 -1842), el Imperio Británico y la dinastía Qing firmaron un tratado de paz que tuvo graves consecuencias para el gigante asiático y que marcó el curso de los próximos años, plagados de desafíos.
La firma del acuerdo tuvo lugar el 29 de agosto 1842 a bordo del navío de guerra británico HMS Cornwallis, en aguas de Nankín. El representante británico fue Sir Henry Pottinger  y por China, Qiying, Ilibu y Niujian quienes labraron el acuerdo que constaba de trece artículos y que, más tarde, fue ratificado por la reina Victoria y por el emperador Daoguang.
Entre los puntos acordados, Pekín debía pagar una indemnización de 21 millones de dólares en un plazo de tres años con un interés anual del cinco por ciento y debía abrir los puertos de Cantón, Xiamen, Fuzhou, Ningbo y Shangai al comercio exterior, lo que derivó en que, una gran cantidad de ciudadanos ingleses compraran propiedades en esas zonas. Asimismo, las tasas aduaneras debían disminuirse entre un 60-70%, hasta reducirlas a un simbólico 5% sobre el valor de las mercancías, con lo que las manufacturas británicas terminaron inundando el mercado chino. También se estableció inmunidad jurídica para los súbditos británicos, que no podrían ser juzgados por magistrados locales, sino por su propio cónsul.
Sin embargo, uno de los puntos más destacados de este tratado, fue el que obligaba al gobierno Qing a ceder a Gran Bretaña la isla de Hong Kong, de la cual Henry Pottinger fue su primer gobernador. De esta forma, el Imperio Británico ganaba la pulseada de seguir comercializando opio en territorio chino. Para Gran Bretaña, el contrabando del estupefaciente significaba una fuente de ingresos considerable y servía para equilibrar su balanza de pagos con China, al compensar el gasto de las ingentes cantidades de té importado.  
Esta situación impulsó a otros Estados a buscar beneficios similares a los obtenidos por Inglaterra y muy pronto, Estados Unidos, Francia y Rusia forzaron a China a firmar diversos convenios de carácter parecido. Dichos acuerdos recibieron la denominación de “Tratados Desiguales”. Como consecuencia de esto, en 1860, China se vio apremiada a abrir otros once puertos al comercio exterior con el correspondiente menoscabo de su soberanía.
Estos tratados dieron lugar a una nefasta situación comercial para China que duraría casi cien años: fue recién en 1920 que China logró recuperar sus tarifas aduaneras aunque la cláusula de extraterritorialidad se mantuvo hasta 1943.
Todo ello, contribuyó a grandes desacuerdos sociales, políticos y económicos dentro del país, que se evidenciaron en la volatilidad de distintos grupos civiles, desencadenando una serie de conflictos tales como la Rebelión Taiping, a mediados del siglo XIX, la Rebelión de los Bóxers, a principios del XX, y la posterior caída de la Dinastía Qing en 1912. El resurgimiento del gigante asiático tardaría varios décadas más en alcanzar su desarrollo actual.

martes, 15 de agosto de 2017

A 70 años. 15 de agosto de 1947. El Raj Británico obtiene su independencia y es dividido en India y Pakistán

Por: Juan Martin de Chazal


En 1947, se independizó el territorio que, durante siglos, fuera la joya del Imperio Británico. Este hecho se encuadra en el contexto histórico del proceso de descolonización de Asia y África, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial; un proceso que fue, indudablemente, uno de los mayores fenómenos del siglo XX y que supuso la finalización de la hegemonía europea en el mundo.
Contrariamente a la mayoría de las independencias coloniales, el caso del subcontinente indio se llevó a cabo mediante una vía no-violenta, sustentada en los principios de resistencia pacífica y desobediencia civil implementados por el abogado y luchador por la libertad Mohandas Karamchand Gandhi, llamado mahatma (alma grande).
Desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial, el líder y sus adeptos llevaron a cabo una serie de acciones que en un principio fueron respondidas con una represión que no hizo más que desacreditar internacionalmente a Londres y sumar adhesiones al movimiento. Por otra parte, además de debilitar la posición británica, los boicots y los movimientos en masa fortalecieron la identidad nacional india, condición endógena indispensable para el sueño de la independencia. De este modo, en la década de 1930, el territorio fue dotado, gradualmente, de un importante nivel de autonomía hasta que, la Segunda Guerra Mundial, aceleró el proceso independista. En 1942,  se llevó a cabo el movimiento “Abandonen la India”, que fue una de las acciones más organizadas y definitivas para lograr el objetivo final. Con un Reino Unido muy desgastado por la guerra,  los acontecimientos se precipitaron y el gobierno laborista de Clement Attlee, considerando como inevitable la independencia, anunció su decisión de realizar un traspaso del poder antes de junio de 1948.
Sin embargo, en contra de las esperanzas del propio Gandhi, la tan anhelada libertad se realizó al precio de la división del subcontinente debido a la gran conflictividad religiosa entre las poblaciones que lo habitaban. Esta situación, hizo que Lord Mountbatten, último virrey de la India, elaborara un plan de partición, a partir del cual se crearon dos entidades políticas completamente diferenciadas: la Unión India, país de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana. Finalmente, el 15 de agosto de 1947 el documento por el que se proclamaba la independencia fue entregado al primer ministro indio Jawaharlal Nehru. La división se hizo efectiva y los nuevos Estados pasaron a formar parte de la Commonwealth británica.

A partir de entonces, el gran problema entre ellos fue la integración de las minorías religiosas en los territorios y la cuestión en torno a la región de Cachemira. Es por ello que las relaciones entre ambos países han estado marcadas por actos de violencia y una tensión que perdura hasta la actualidad. 

sábado, 5 de agosto de 2017

A 105 años de la fundación del partido Kuomintang en China

Por: Augusto Gabriel Arnone


Antes de analizar este hecho histórico, es imprescindible remitirnos primero, al contexto de la época, pues, en ese momento, en la actual República Popular China, se iniciaba el proceso de su gestación como Estado. Efectivamente, y a partir de la gran revolución de 1912, el país transformó su régimen de gobierno y, más adelante, moldeó sustancialmente su carácter político, social y económico.

Kuomitang significa "Partido Nacionalista de la población China" y fue fundado en 1912, por el ímpetu del líder revolucionario Sun Yat-sen, que logró derrocar al antiguo y obsoleto imperio, gobernado por la dinastía Quing. De hecho, la Revolución de 1912 en Wuchang, intentó imponer la modernización para el Estado chino en un "tono" occidental.

Los primeros tiempos de este partido fueron complicados debido a que, en 1913 fue disuelto por Yuan Shikai quien – como presidente de la nueva república -  aspiraba a imponer un sistema inconstitucional y tiránico. Como Yuan Shikai no tenía la mayoría en la Asamblea Nacional, decidió alzarse con el poder y suprimir todas las asambleas locales que él mismo había creado, convirtiéndose así en un emperador de hecho.

Bajo su gobierno, estallaron varios focos revolucionarios, encabezados por jóvenes de gran liderazgo, que aspiraban a deponerlo. En esas circunstancias, se conformaron otros partidos políticos que se unificaron e intentaron recuperar el poder. Sin embargo, este intento falló, debido a que no tenían control sobre todo el territorio chino. En 1916, falleció Yuan Shikai y asumió la presidencia Sun Yat-sen, quien tenía grandes expectativas para unificar el país. Sin embargo, esto no fue posible debido a que China quedó fragmentada en diversas regiones que fueron conquistadas por los "señores de la guerra"; jefes locales que poseían mucho poder y que, con sus ejércitos, controlaban las áreas rurales.

Esta situación derivó en que, a fin de fortalecer su posición, el Kuomintang decidió buscar apoyo fuera de China. La ayuda llegó de la recién creada URSS y del  Komintern, lo cual impulsó – de manera paralela - el desarrollo del Partido Comunista chino (PCCh), liderado por Mao Tse Tung. Más adelante, ambos partidos conformarían el denominado Primer Frente Unido, cuyo objetivo fundamental fue liberar a China de la autocracia de los señores de la guerra.

Al fallecer Sun Yat-sen le sucedió Chang Kai-Sheck, quien restableció un modelo profundamente autoritario e inició la persecución del PCCh. Cuando sus fuerzas tomaron Beijing (establecida como la capital de China), adquirió gran reconocimiento a nivel internacional.  Años más tarde, el Segundo Frente Unido entre el Kuomitang y el PCCh, hizo frente al expansionismo del imperio Japonés. En 1937, China y Japón entraron en guerra. En 1941, Japón atacó a los EEUU y entró en la Segunda Guerra Mundial.

Hacia 1947, el PCCh se había fortalecido notablemente, no solo desde el punto de vista ideológico, sino también a nivel logístico y armamentístico. Pero lo más importante, había crecido significativamente en su base de apoyo social. Esto hizo que se sintiera en condiciones de enfrentarse al poder constituido, lo cual dio inicio a la guerra civil. A pesar de lo podría suponerse, las tropas del gobierno fueron derrotadas y Chang Kai Shek abandonó el territorio para refugiarse en la isla de Taiwán, donde estableció un gobierno autoritario que, con el apoyo de los Estados Unidos, le permitió crear un nuevo Estado al estilo occidental, que contribuyó durante décadas a controlar el expansionismo comunista en la región. Así se crearon las dos Chinas: la Republica de China en Taiwán de corte nacionalista y la República Popular de China de tinte comunista.

Desde entonces, la República Popular ha reclamado la anexión del territorio insular, el cual se ha negado rotundamente a esta incorporación, identificándose como un Estado soberano que no tiene ni tendrá, relación alguna con dicha república.


Para concluir, es imprescindible remarcar la importancia que tuvo la formación del partido Kuomitang. En primer término, porque ejerció un papel clave en el proceso revolucionario inicial; en segundo lugar, porque puso fin a la era imperial que, sus políticas arcaicas y tradicionalistas, estaba conduciendo a China a la ruina. De hecho, fue el Kuomintang el que logró por primera vez, crear una identificación partidaria nacional, cohesionar a la población bajo una misma clave ideológica y encaminarla hacia la unificación, en base a un sistema constitucional y de valores compartidos. La idea principal de su líder Sun Yat-sen había consistido en eso, un régimen de partido único centralizado en donde se aplicaran los “tres principios del pueblo”: el nacionalismo, la democracia y el sustento de la población; tres principios que constituirían la piedra angular para hacer de China una nación libre, próspera y poderosa.

viernes, 7 de julio de 2017

A 80 años del incidente en el puente de Marco Polo. Inicio de la 2° Guerra Sino-Japonesa

Por: Liz Guyot  


Finalizada la Primera Guerra Mundial, Japón aún con sus excesivos deseos de dominar el territorio asiático, provoca el Incidente del Puente de Marco Polo, teniendo como primer objetivo apoderarse de China. Desde, aproximadamente, 1931, los japoneses venían estropeando al Imperio Chino, ya que lo consideraban una nación débil y clave para el control de la masa continental asiática, y es por ello que sabotearon parte del Ferrocarril de Manchuria del Sur y condujeron una emboscada contra sus ejércitos.

Japón, en septiembre de 1931, había conseguido imponer un régimen títere conocido como Manchukuo a sabiendas de que China no se encontraba en favorable posición de responder a tal agresión, por lo que optó por cambiar su estrategia a espacio por tiempo y reorganizar el ejército nacional, consolidando su infraestructura y economía. Esta situación de poderío permite que los japoneses, al tener en su poder tierras ricas y fértiles, incursionen sobre el territorio y avancen rápidamente hasta las puertas de Beiping (hoy conocido como Beijing). Para comienzos de  1932, habían logrado ocupar tres provincias chinas de Manchuria; esta zona era estimada por su vital ubicación estratégica y económica.

En la noche del 7 de julio de 1937, los japoneses prepararon otro avance más hacia el territorio chino, efectuando al atardecer de ese día una maniobra con proyectiles, mostrando una explícita intención provocativa, cerca del acantonamiento de las tropas chinas en el Puente de Marco Polo, las cuales se vieron obligadas a defenderse. A horas de las noches el Ejército japonés anuncia que uno de sus soldados “ha desaparecido” en la maniobra y exigió un registro en la ciudad de Wanping, solicitud que fue rechazada por la policía local; de tal denegación el jefe de inteligencia  japonesa amenazó que las tropas sitiarían la ciudad y entrarían a la fuerza.

Las autoridades chinas se pusieron de acuerdo en realizar una investigación conjunta. En tanto y en cuanto se llevaban a cabo las negociaciones, la parte nipona se enteró que aquel soldado desaparecido  había vuelto a su cuartel, pero aún así insistió en que las tropas chinas se retirasen de la ciudad.

A la madrugada del día 8 de julio, el ejército invasor disparó cañonazos contra la ciudad de Wanping y el ejército chino tuvo que oponer resistencia. Este hecho fue el estallido total que marcó la guerra de resistencia anti japonesa del pueblo chino. No se trató de una confrontación local ni de un percance, sino un plan bien diseñado y preparado. Este evento trágico no sólo trajo consecuencias desastrosas para China sino que también para Asia y el mundo entero.


miércoles, 5 de julio de 2017

A 210 años de la Segunda Invasión Inglesa de 1807

Por: María Sofía Zelaya 


El llamado proceso de descubrimiento y posterior conquista del actual territorio de la República Argentina comenzó en el siglo XVI. Desde entonces fuimos gobernados por hombres designados por los altos mandos españoles que residían en América y que contaban con la aprobación de la Corona Española, dicha institución había bautizado esta región como el Virreinato del Rio de la Plata. Este proceso estuvo caracterizado sobre todo por la resistencia de los pueblos originarios a ser despojados de sus costumbres y ser obligados a evangelizarse. El mayor interés de España era la comercialización en términos de subordinación con sus colonias, y el territorio argentino no fue la excepción.

A comienzos del siglo XIX el Reino Unido se encontraba en plena Revolución Industrial, lo que la convertía en la economía más productiva de toda Europa, posicionándose en el mercado como exportadora de productos manufacturados. Paralelamente, Napoleón Bonaparte comenzó un proceso de expansión para transformar a Francia en un Imperio. Dentro de los hitos más importantes encontramos que: en 1786 se firma el Tratado de Versalles que puso fin a la dependencia norteamericana respecto a los ingleses, dicho proceso fue fielmente apoyado por Francia y España. Para 1806 Napoleón ya había conquistado gran parte del territorio europeo y formo alianzas con otros tantos. Para garantizar la absoluta fidelidad con el Imperio Francés, Bonaparte da aviso del Decreto de Berlín. En dicho documento, Napoleón prohibía a los países conquistados y a sus aliados establecer relaciones económicas con el Reino Unido, territorio que todavía no podía penetrar. Frente a esta disposición, los ingleses se vieron obligados a tomar medidas para salvaguardar su economía, es por esto que el parlamento junto con el primer ministro y el rey decidieron que sus puntos de contacto iban a ser: las colonias. Los motivos que impulsaron a Inglaterra a invadir el Virreinato del Rio de la Plata ya estaban claros: el bloqueo económico sufrido por Bonaparte y las intromisiones de Francia y España en Norteamérica apoyando su independencia. El fin era despojar a España de sus colonias en el sur de América, región rica en recursos y riquezas. A fines del siglo XVIII William Pitt asume como Primer Ministro del partido de los Toris. Pitt estaba especialmente interesado en la ocupación de las colonias en América del sur.

Es así como llegamos a definir las invasiones inglesas como una serie de expediciones militares por parte de la corona británica que atacaron el virreinato del Rio de la Plata a principios del siglo XIX. Dichas invasiones fueron dos. La primera en 1806, en la cual el Reino Unido ocupo el territorio actual de la ciudad de Buenos Aires para ser vencido 45 días después por milicias provenientes de Montevideo junto con tropas populares criollas, proceso al que en Argentina conocemos como: La Reconquista. La segunda fue en 1807, en donde las milicias inglesas fueron automáticamente rechazadas cuando intentaron tomar Buenos Aires, victoria que vino de la mano de tropas regulares y milicias urbanas por el Virreinato del Rio de la Plata, proceso que en Argentina conocemos como: la Defensa.

Los británicos llegaron a el actual territorio de la provincia de Buenos Aires buscando recursos y riquezas que ayudaran a cubrir su falta de materia prima y así poder sustentar las necesidades básicas que le generaban su rápido crecimiento industrial y la guerra que mantenía con Francia, creyendo que los habitantes del Rio de la Plata iban a ser fáciles de vencer. Pero se encontraron con otro panorama, los criollos a falta de la protección de la Corona Española armaron sus propias milicias y derrotaron a las tropas inglesas en vía de sus ansias de independencia. Las Invasiones Inglesas fueron tomadas como un motivo más para tomar la decisión de emanciparnos de la corona española.

sábado, 1 de julio de 2017

El retorno de Hong Kong a China por parte del Reino Unido

Por: Paula María Espinosa


El 1 de julio de 1997, se produjo la devolución de la Isla de Hong Kong a China, colonizada 155 años por el Reino Unido. El traspaso de la soberanía fue acordado en 1984 por la primera ministra británica, Margaret Thatcher y Deng Xiao-Ping, líder de la República Popular China.

Hong Kong fue adquirido por el Reino Unido en 1842 a través del Tratado de Nankín, y ratificado en 1860 por el Tratado de Pekín, donde se aumentó la superficie por la incorporación de nuevos territorios, y por el Convenio para la extensión de Hong Kong en 1898.

La Guerra del opio, o guerras anglo-chinas, fueron el origen de la colonización. Sucedieron de 1839 a 1842 y de 1856 a 1860. El conflicto  sucedió debido  a los intereses comerciales de China y del Reino Unido donde se comerciaba opio desde las Indias Británicas hacia China, y este último quería imponer sus leyes, que no lo afectaran económicamente, contra el comercio del opio, esto es lo que desató el conflicto. En la segunda etapa de la guerra, Francia se alió a Gran Bretaña para luchar contra China. La derrota de esta los llevó a aceptar obligadamente el comercio del opio y las reglas impuestas por parte de los países occidentales. China tuvo que abrir sus puertos al comercio internacional desde una posición desventajosa ya que debían cobrar aranceles muy bajos a los productos occidentales por lo tanto llevaba a la ruina de la producción local y debido a esto los extranjeros tenían una posición privilegiada en el país.

Finalizadas las Guerras del Opio, China firmó con el Reino Unido, Francia, Rusia y Estados Unidos, los Tratados Desiguales. Desde su firma hasta 1870, fue la fase de dominación del imperialismo de libre comercio británico. Desde 1870 a 1905 se dio una profunda rivalidad imperialista, debido a la paz armada y esto condujo al empeoramiento de las  condiciones de vida local. Desde 1905 hasta 1943 fue la etapa más prospera donde se desmantelaron las condiciones de dominación.

En 1912 con la conformación de la primera República China, con Yuan Shikai a la cabeza, la isla de Hong Kong fue un lugar de exilio. Durante la Segunda Guerra Mundial, Hong Kong pasó a manos de Japón, y fue un centro militar. Pero con la derrota de estos, los ingleses la recuperaron de nuevo. Además durante la guerra civil entre nacionalistas y comunistas fue utilizada como región de exilio nuevamente.

La devolución significaba para China terminar la unificación y consolidar el orgullo nacional, era la isla financiera más importante. La incertidumbre se debía a un solo país con dos sistemas, comunismo y capitalismo, descrito por Den. Pero durante 50 años desde el traspaso de la soberanía, se prometió un alto grado de autonomismo y el estilo de vida capitalista. Además de esto mantiene su propio sistema legal, pero a partir de 2047, Pekín será quien tendrá la última palabra en la cuestión.

jueves, 22 de junio de 2017

Guerra del Líbano 1982

Por: Maria Emilia Hassan

Hace 35 años Israel invadió Líbano con el objetivo de eliminar los miembros de la OLP en ese país.
En junio de 1982, el embajador de Israel en Gran Bretaña, Shlomo Agrov, sufrió un intento de asesinato ejecutado por hombres partidarios de Abu Nidal, terrorista palestino escindido de la Organización para la Liberación de Palestina.
Días después del atentado, el 6 de junio de 1982, tropas israelíes penetraron en suelo libanés. A pesar de que el servicio de inteligencia israelí había advertido que los responsables del atentado en Londres no fue perpetrado por los miembros de la OLP, sino por hombres leales a Abu Nidal, el gobierno israelí, bajo la dirección de Menahem Begin, actuó con la intención de sofocar los ánimos de lucha de la organización creada por Yasser Arafat.
La idea era desplazar unos 40 kilómetros aproximadamente  hacia el norte del límite libanes- israelí – hasta las ciudades de Tiro y Sidón- a las milicias de la OLP, que desde hacía años hacían llover cohetes katiusha sobre las poblaciones israelíes.
La guerra árabe-israelí de la década de los 40, provoco desplazamientos masivos de refugiados palestinos. Para el año 1975, había alrededor de 300.000 palestinos, entre ellos, se encontraban los integrantes de la OLP que articuló en sur Libanés su propia base con 15.000 hombres, tanques, cañones y artillería.
La permanencia sionista en el Líbano provoco la gestación de grupos como el Hezbollah, con un mensaje inalterable hasta el día de hoy “combatir a Israel”.
La masacre en Sabra y Shatila en Beirut fue el legado de la invasión. Posteriormente, se estableció un alto al fuego impulsado por fuerzas multinacionales, con la participación de Estados Unidos, para supervisar la retirada de la OLP del Líbano.
Sin embargo, el ministro de defensa, Ariel Sharon, denunciaba la presencia de centenares de milicianos de la OLP, encubiertos en los enclaves palestinos de Sabra y Shatila.
Las fuerzas israelíes no entraron a esos campos para terminar con el supuesto remanente de guerrilleros, pero permanecieron  inmóviles  frente a los ataques desplegados por los falangistas cristianos viejos rivales de los palestinos.

La invasión de 1982 culmino diez años más tarde, cuando el ejército israelí se retiró completamente. Mientras permanezca esa voluntad de guerrear en los corazones de los hombres,  como diría Hobbes en el Leviatán, no será posible lograr la paz.