jueves, 31 de agosto de 2017

A 110 años. Formación de la Triple Entente

Por María Sol Aldonate          


Imagen relacionada          La Triple Entente fue una alianza militar establecida entre Francia, Rusia y Gran Bretaña, los cuales, influenciados por las tensiones continentales y las crisis balcánicas de fines del siglo XIX, decidieron formar esta coalición para garantizar su seguridad ante posibles agresiones de otros Estados.
Este bloque se conformó durante la Paz Armada, un período de graves tensiones que se gestó en Europa después del denominado, sistema Bismarckiano. Dicho sistema  fue el resultado de un proyecto político-diplomático del canciller alemán - Otto von Bismarck – para dominar las relaciones internacionales de su época, por medio de un complejo entramado de tratados, tanto públicos como privados, que buscaban favorecer la posición de su país en el escenario europeo y aislar a su principal adversaria, Francia. Este proyecto comenzó a tomar forma cuando, en 1882, Alemania y Austria firmaron junto con Italia, la Triple Alianza.
            Cuando Bismarck fue depuesto por el nuevo káiser, Guillermo II, Francia realizó importantes esfuerzos para salir de su aislamiento. En 1894, Rusia, ya alejada de Alemania por su conducta diplomática y por no haber logrado que Berlín concretara los préstamos que requería para su requipamiento militar, se lanzó a la búsqueda de nuevos vínculos para fortalecer su posición. Esto facilitó la concreción de un acuerdo franco-ruso, permitiéndole a París, no sólo alcanzar su primer objetivo, sino además, otorgándole el lugar que antes había ocupado Alemania. Se iniciaba así, una mundialización de las estrategias.
            Dentro de su bloque, Alemania – guiada ahora por la weltpolitik - buscaba intensamente compensar su llegada tarde al reparto colonial, y ejercía presión sobre el Imperio Otomano, potenciando las capacidades de su flota y fortaleciendo su ejército. Esta conducta estimuló al ministro francés Delcassé, a consolidar una alianza que pudiera   neutralizar a Alemania. Así nació, en 1904, la Entente Cordial franco-inglesa que, si bien fue menos formal, contribuyó notablemente a ampliar y fortalecer sus capacidades. Finalmente, en agosto de 1907, Francia alcanzó una victoria diplomática casi imposible: lograr que Rusia e Inglaterra, firmaran el tratado de la Triple Entente, mediante el cual se cerraba el círculo anti-germano.
            En 1912, Francia y Rusia ratificaron su alianza a través de un protocolo, en el que se establecía que ambas potencias apoyaban los objetivos político-estratégicos de la otra y ambas se comprometían a intervenir si alguna de ellas era atacada. Por su parte, Gran Bretaña que había entrado a la alianza con una motivación diferente (estaba preocupada por mantener su dominio de los mares y el poderío de su Imperio) consideró adecuado fortalecer su posición en el Mar del Norte frente a los avances alemanes. Asimismo, y en caso de un enfrentamiento bélico directo, Gran Bretaña se comprometía a “concertar” con el gobierno francés. En cuanto a la Entente anglo-rusa, solo se trataba de una colaboración “de facto” que los comprometía como aliados ante un ataque específico.

            Ambos bloques fueron los protagonistas de la Gran Guerra; la contienda armada más violenta y destructiva hasta ese momento histórico.

lunes, 28 de agosto de 2017

A 175 años del tratado de Nankín y fin de la Guerra del Opio. Reino Unido ocupa Hong Kong

Por Maria Laura Brito
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Al finalizar la Primera Guerra del Opio (1839 -1842), el Imperio Británico y la dinastía Qing firmaron un tratado de paz que tuvo graves consecuencias para el gigante asiático y que marcó el curso de los próximos años, plagados de desafíos.
La firma del acuerdo tuvo lugar el 29 de agosto 1842 a bordo del navío de guerra británico HMS Cornwallis, en aguas de Nankín. El representante británico fue Sir Henry Pottinger  y por China, Qiying, Ilibu y Niujian quienes labraron el acuerdo que constaba de trece artículos y que, más tarde, fue ratificado por la reina Victoria y por el emperador Daoguang.
Entre los puntos acordados, Pekín debía pagar una indemnización de 21 millones de dólares en un plazo de tres años con un interés anual del cinco por ciento y debía abrir los puertos de Cantón, Xiamen, Fuzhou, Ningbo y Shangai al comercio exterior, lo que derivó en que, una gran cantidad de ciudadanos ingleses compraran propiedades en esas zonas. Asimismo, las tasas aduaneras debían disminuirse entre un 60-70%, hasta reducirlas a un simbólico 5% sobre el valor de las mercancías, con lo que las manufacturas británicas terminaron inundando el mercado chino. También se estableció inmunidad jurídica para los súbditos británicos, que no podrían ser juzgados por magistrados locales, sino por su propio cónsul.
Sin embargo, uno de los puntos más destacados de este tratado, fue el que obligaba al gobierno Qing a ceder a Gran Bretaña la isla de Hong Kong, de la cual Henry Pottinger fue su primer gobernador. De esta forma, el Imperio Británico ganaba la pulseada de seguir comercializando opio en territorio chino. Para Gran Bretaña, el contrabando del estupefaciente significaba una fuente de ingresos considerable y servía para equilibrar su balanza de pagos con China, al compensar el gasto de las ingentes cantidades de té importado.  
Esta situación impulsó a otros Estados a buscar beneficios similares a los obtenidos por Inglaterra y muy pronto, Estados Unidos, Francia y Rusia forzaron a China a firmar diversos convenios de carácter parecido. Dichos acuerdos recibieron la denominación de “Tratados Desiguales”. Como consecuencia de esto, en 1860, China se vio apremiada a abrir otros once puertos al comercio exterior con el correspondiente menoscabo de su soberanía.
Estos tratados dieron lugar a una nefasta situación comercial para China que duraría casi cien años: fue recién en 1920 que China logró recuperar sus tarifas aduaneras aunque la cláusula de extraterritorialidad se mantuvo hasta 1943.
Todo ello, contribuyó a grandes desacuerdos sociales, políticos y económicos dentro del país, que se evidenciaron en la volatilidad de distintos grupos civiles, desencadenando una serie de conflictos tales como la Rebelión Taiping, a mediados del siglo XIX, la Rebelión de los Bóxers, a principios del XX, y la posterior caída de la Dinastía Qing en 1912. El resurgimiento del gigante asiático tardaría varios décadas más en alcanzar su desarrollo actual.

martes, 15 de agosto de 2017

A 70 años. 15 de agosto de 1947. El Raj Británico obtiene su independencia y es dividido en India y Pakistán

Por: Juan Martin de Chazal


En 1947, se independizó el territorio que, durante siglos, fuera la joya del Imperio Británico. Este hecho se encuadra en el contexto histórico del proceso de descolonización de Asia y África, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial; un proceso que fue, indudablemente, uno de los mayores fenómenos del siglo XX y que supuso la finalización de la hegemonía europea en el mundo.
Contrariamente a la mayoría de las independencias coloniales, el caso del subcontinente indio se llevó a cabo mediante una vía no-violenta, sustentada en los principios de resistencia pacífica y desobediencia civil implementados por el abogado y luchador por la libertad Mohandas Karamchand Gandhi, llamado mahatma (alma grande).
Desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial, el líder y sus adeptos llevaron a cabo una serie de acciones que en un principio fueron respondidas con una represión que no hizo más que desacreditar internacionalmente a Londres y sumar adhesiones al movimiento. Por otra parte, además de debilitar la posición británica, los boicots y los movimientos en masa fortalecieron la identidad nacional india, condición endógena indispensable para el sueño de la independencia. De este modo, en la década de 1930, el territorio fue dotado, gradualmente, de un importante nivel de autonomía hasta que, la Segunda Guerra Mundial, aceleró el proceso independista. En 1942,  se llevó a cabo el movimiento “Abandonen la India”, que fue una de las acciones más organizadas y definitivas para lograr el objetivo final. Con un Reino Unido muy desgastado por la guerra,  los acontecimientos se precipitaron y el gobierno laborista de Clement Attlee, considerando como inevitable la independencia, anunció su decisión de realizar un traspaso del poder antes de junio de 1948.
Sin embargo, en contra de las esperanzas del propio Gandhi, la tan anhelada libertad se realizó al precio de la división del subcontinente debido a la gran conflictividad religiosa entre las poblaciones que lo habitaban. Esta situación, hizo que Lord Mountbatten, último virrey de la India, elaborara un plan de partición, a partir del cual se crearon dos entidades políticas completamente diferenciadas: la Unión India, país de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana. Finalmente, el 15 de agosto de 1947 el documento por el que se proclamaba la independencia fue entregado al primer ministro indio Jawaharlal Nehru. La división se hizo efectiva y los nuevos Estados pasaron a formar parte de la Commonwealth británica.

A partir de entonces, el gran problema entre ellos fue la integración de las minorías religiosas en los territorios y la cuestión en torno a la región de Cachemira. Es por ello que las relaciones entre ambos países han estado marcadas por actos de violencia y una tensión que perdura hasta la actualidad. 

sábado, 5 de agosto de 2017

A 105 años de la fundación del partido Kuomintang en China

Por: Augusto Gabriel Arnone


Antes de analizar este hecho histórico, es imprescindible remitirnos primero, al contexto de la época, pues, en ese momento, en la actual República Popular China, se iniciaba el proceso de su gestación como Estado. Efectivamente, y a partir de la gran revolución de 1912, el país transformó su régimen de gobierno y, más adelante, moldeó sustancialmente su carácter político, social y económico.

Kuomitang significa "Partido Nacionalista de la población China" y fue fundado en 1912, por el ímpetu del líder revolucionario Sun Yat-sen, que logró derrocar al antiguo y obsoleto imperio, gobernado por la dinastía Quing. De hecho, la Revolución de 1912 en Wuchang, intentó imponer la modernización para el Estado chino en un "tono" occidental.

Los primeros tiempos de este partido fueron complicados debido a que, en 1913 fue disuelto por Yuan Shikai quien – como presidente de la nueva república -  aspiraba a imponer un sistema inconstitucional y tiránico. Como Yuan Shikai no tenía la mayoría en la Asamblea Nacional, decidió alzarse con el poder y suprimir todas las asambleas locales que él mismo había creado, convirtiéndose así en un emperador de hecho.

Bajo su gobierno, estallaron varios focos revolucionarios, encabezados por jóvenes de gran liderazgo, que aspiraban a deponerlo. En esas circunstancias, se conformaron otros partidos políticos que se unificaron e intentaron recuperar el poder. Sin embargo, este intento falló, debido a que no tenían control sobre todo el territorio chino. En 1916, falleció Yuan Shikai y asumió la presidencia Sun Yat-sen, quien tenía grandes expectativas para unificar el país. Sin embargo, esto no fue posible debido a que China quedó fragmentada en diversas regiones que fueron conquistadas por los "señores de la guerra"; jefes locales que poseían mucho poder y que, con sus ejércitos, controlaban las áreas rurales.

Esta situación derivó en que, a fin de fortalecer su posición, el Kuomintang decidió buscar apoyo fuera de China. La ayuda llegó de la recién creada URSS y del  Komintern, lo cual impulsó – de manera paralela - el desarrollo del Partido Comunista chino (PCCh), liderado por Mao Tse Tung. Más adelante, ambos partidos conformarían el denominado Primer Frente Unido, cuyo objetivo fundamental fue liberar a China de la autocracia de los señores de la guerra.

Al fallecer Sun Yat-sen le sucedió Chang Kai-Sheck, quien restableció un modelo profundamente autoritario e inició la persecución del PCCh. Cuando sus fuerzas tomaron Beijing (establecida como la capital de China), adquirió gran reconocimiento a nivel internacional.  Años más tarde, el Segundo Frente Unido entre el Kuomitang y el PCCh, hizo frente al expansionismo del imperio Japonés. En 1937, China y Japón entraron en guerra. En 1941, Japón atacó a los EEUU y entró en la Segunda Guerra Mundial.

Hacia 1947, el PCCh se había fortalecido notablemente, no solo desde el punto de vista ideológico, sino también a nivel logístico y armamentístico. Pero lo más importante, había crecido significativamente en su base de apoyo social. Esto hizo que se sintiera en condiciones de enfrentarse al poder constituido, lo cual dio inicio a la guerra civil. A pesar de lo podría suponerse, las tropas del gobierno fueron derrotadas y Chang Kai Shek abandonó el territorio para refugiarse en la isla de Taiwán, donde estableció un gobierno autoritario que, con el apoyo de los Estados Unidos, le permitió crear un nuevo Estado al estilo occidental, que contribuyó durante décadas a controlar el expansionismo comunista en la región. Así se crearon las dos Chinas: la Republica de China en Taiwán de corte nacionalista y la República Popular de China de tinte comunista.

Desde entonces, la República Popular ha reclamado la anexión del territorio insular, el cual se ha negado rotundamente a esta incorporación, identificándose como un Estado soberano que no tiene ni tendrá, relación alguna con dicha república.


Para concluir, es imprescindible remarcar la importancia que tuvo la formación del partido Kuomitang. En primer término, porque ejerció un papel clave en el proceso revolucionario inicial; en segundo lugar, porque puso fin a la era imperial que, sus políticas arcaicas y tradicionalistas, estaba conduciendo a China a la ruina. De hecho, fue el Kuomintang el que logró por primera vez, crear una identificación partidaria nacional, cohesionar a la población bajo una misma clave ideológica y encaminarla hacia la unificación, en base a un sistema constitucional y de valores compartidos. La idea principal de su líder Sun Yat-sen había consistido en eso, un régimen de partido único centralizado en donde se aplicaran los “tres principios del pueblo”: el nacionalismo, la democracia y el sustento de la población; tres principios que constituirían la piedra angular para hacer de China una nación libre, próspera y poderosa.