Por Maria Emilia Hassan
Luego de la
desintegración del Imperio Otomano durante Primera Guerra Mundial, el Reino
Unido recibió el Mandato de la liga de Naciones Unidas para administrar
territorio palestino.
La región de
Palestina, que se extiende desde el Rio Jordán hasta el Mar Mediterráneo,
estaba ocupada en su mayoría por comunidades árabes y musulmanas. Sin embargo,
en 1917 por medio de la Declaración Balfour, el mandato británico favoreció la
inmigración judía a esa región. A fines del siglo XIX, residían allí 25.000
habitantes y para 1939, la población judía ascendía a 450.000 personas.
Otra cuestión a
tener en cuenta en este tema es que, durante la Primera Guerra Mundial, Gran
Bretaña había prometido a los árabes concederle su independencia, a cambio de
que estos mitigaran las fuerzas del imperio otomano.
Tras el holocausto
nazi contra millones de judíos en Europa antes y durante de la Segunda Guerra
Mundial, creció la presión internacional para el reconocimiento de un Estado
Judío. Esta demanda se veía reforzada por la necesidad de acoger a miles de
judíos que habían perdido sus viviendas y posesiones durante el conflicto.
En 1945, distintos
movimientos sionistas, le solicitaron a Gran Bretaña que hablara en defensa de
sus necesidades ante la Asamblea General de la ONU. Ante la demora y la actitud
dubitativa por parte de Reino Unido, algunos sectores judíos se radicalizaron,
creando dos grupos terroristas: el Irgun y la Banda de Stern. Estos grupos
desplegaron una serie de atentados contra Gran Bretaña, provocando la muerte
del representante británico del mandato de Palestina.
Al no poder
resolver los antagonismos que se desarrollaban entre el nacionalismo Árabe y el
Sionismo, el Reino Unido abandonó la región y sometió la cuestión de Palestina
a la naciente Organización de Naciones Unidas. De esta manera, a través de
Asamblea General, se creó una comisión especial para Palestina (UNSCOP),
compuesta por 11 miembros. Para garantizar la neutralidad de este comité se
decidió que ninguna de las grandes potencias estuviera representada. Como
resultado, el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General aprobó la resolución
181, conocida como el plan de partición de Palestina. En ella se recomendaba,
la creación de dos Estados, uno arabe y otro judío, con Jerusalén bajo
administración internacional.
El plan fue
aceptado por los israelíes pero no por los palestinos ni por los Estados árabes
vecinos, quienes alegaban que contravenía la disposición de la carta de las
Naciones unidas, en la cual se reconocía el derecho de los pueblos a decidir
sobre su propio destino.
Finalmente, el 14
de mayo de 1948, el Reino Unido renunció a su mandato sobre Palestina y retiró
sus fuerzas. Ese mismo día, el líder del movimiento judío, David Ben Gurión,
declaró la creación del Estado de Israel en conformidad con las fronteras
marcadas por el Plan de Partición.